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Las típicas afecciones estacionales y el “terreno” individual

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Gripe, constipado, otitis, laringitis, amigdalitis, sinusitis, bronquitis, etc., se definen comúnmente como “resfriados”. Son muy frecuentes durante la estación invernal, aunque también se pueden padecer en otros periodos, como por ejemplo el verano, a menudo relacionadas con el uso del aire acondicionado y con los cambios bruscos de temperatura (calor-frío) derivados. De hecho, las variaciones repentinas de temperatura contribuyen a reducir las defensas inmunitarias, aumentando el porcentaje de éxito de los ataques por parte de virus ambientales. En el 90% de los casos, el origen de estas afecciones es vírico, ya sea en adultos o en niños.

En un intento de defenderse, el organismo activa una serie de procesos que llevan a los típicos síntomas: inflamación, edema, producción de moco, estornudos, congestión, irritación, aumento de la fiebre, etc. Aunque, sin duda es cierto que los cambios bruscos de temperatura facilitan la propensión a padecer infección, en realidad el responsable de esta debilidad es el desequilibrio de la respuesta inmunitaria individual.

Las causas deben buscarse a nivel inmunitario

El equilibrio del sistema de defensa orgánico, determinado por la microbiota beneficiosa de las mucosas y por el sistema inmunitario propiamente dicho, tiene una importancia fundamental a la hora de prevenir y enfrentarse a las afecciones estacionales. Contar con una microbiota íntegra y vital, a partir del intestino, es una condición indispensable para el mantenimiento de un sistema inmunitario en equilibrio, capaz de contrarrestar de forma eficaz cualquier tipo de “ataque” microbiano.

De hecho, la barrera microbiana defensiva cumple múltiples funciones a la vez: por una parte, se encarga directamente de defender la entrada en el organismo, evitando la ocupación por parte de patógenos, lo cual implica la disminución de la carga de trabajo del sistema inmunitario; por otra, contribuye de forma determinante en el desarrollo y el equilibrio del sistema inmunitario asociado a las mucosas (llamado MALT, del inglés: Mucose Associated Lymphoid Tissue), que controla y defiende todas las mucosas de nuestro organismo, incluyendo las mucosas de las vías aéreas.

Lamentablemente, la microbiota fisiológica, en particular la intestinal, se ve fuertemente debilitada por el estilo de vida típico de la actualidad, que se caracteriza por una alimentación demasiado rica en azúcares, en hidratos de carbono refinados, en proteínas animales, etc., además de la contaminación presente en el ambiente, de los metales pesados, del abuso de fármacos (sobre todo antibióticos), del exceso de vacunaciones, etc. Todo esto incide, día tras día, en el equilibrio y en la salud de la microbiota fisiológica, provocando un estado de disbiosis que se traduce, inevitablemente, en un “terreno” individual ineficiente a la hora de contrarrestar las infecciones, sean del tipo que sean. Por eso, en la base de cada problema de salud, siempre hay un “terreno” individual ineficiente, caracterizado por una microbiota intestinal en disbiosis y por un desequilibrio inmunitario.

Los antibióticos nos hacen aún más vulnerables


Aunque a nivel científico se conoce el papel del sistema inmunitario en la prevención y en la resolución de las afecciones estacionales, la medicina moderna se ha focalizado en los agentes microbianos que las causan de forma individual, sin tener apenas en cuenta (o, en absoluto) la importancia de promover un “terreno” individual saludable.

A menudo se recurre a los antibióticos, que no pueden hacer nada a la hora de enfrentarse a los virus. Aun así, frecuentemente también se prescriben para una gripe común (la cual es de origen vírico), con la excusa de “evitar sobreinfecciones bacterianas”. Sin embargo, como resultado, las defensas se debilitan aún más.
El uso del antibiótico debería reservarse para casos de verdadera necesidad.En cambio, se abusa de ellos, debilitando la microbiota fisiológica, exponiendo así a recidivas y reinfecciones, y contribuyendo a la formación de cepas resistentes peligrosas. A pesar de los conocimientos actuales relacionados con los daños por parte de los antibióticos, y aunque haya habido repetidos llamamientos, también por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre la necesidad de contener las prescripciones de dichos fármacos, el uso indebido y el abuso de antibióticos continúa, aunque podría y debería evitarse, también gracias al uso de alternativas naturales cuya eficacia y seguridad han sido probadas. 

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